Texto presentado en el 2º. Foro de Psicoanálisis llevado
a cabo en Tlaxcala, Tlax. El sábado 8 de Junio de 2013.
El cuento, una herramienta en el espacio analítico
infantil
Por: Juan Carlos Guzmán Sánchez.
“No
es mi propósito despertar convencimiento, quiero dar inclinaciones y
desarraigar prejuicios. Si por desconocer el material, ustedes no están en condiciones
de juzgar, no deben ni creer ni desestimar. Deben escuchar y dejar que produzca
en ustedes su efecto que les refiere”
S. Freud.
La
siguiente presentación tiene como objetivo reflexionar y despertar interés en
relación el uso del cuento y la
importancia que éste adquiere en el espacio analítico. No se descarta que el
abordaje de este tema para algunos espectadores,
sea algo ya conocido e incluso practicado y para otros, el
psicoanálisis y el uso del cuento en el espacio analítico infantil, pueden ser tópicos totalmente nuevos o poco explorados. Considero
que los trabajos que se han presentado este día
tienen --además de los motivos personales de cada participante-- una
intencionalidad en común, la de dar a conocer la labor psicoanalítica que se
realiza actualmente.
Antes
de comenzar a hablar acerca de los
beneficios del cuento y la incorporación de éste en el espacio analítico
infantil, es importante conocer qué es el cuento y sobre todo qué es lo que lo
hace asequible a ser tomado como una herramienta en el trabajo análisis infantil.
Por
definición encontramos que el cuento es una narración breve de hechos
imaginarios, protagonizada por un grupo reducido de personajes, con un
argumento sencillo y temas diversos. Por lo que su entendimiento es accesible a
personas de cualquier edad, hay que mencionar que los escritos literarios como el cuento,
no surgen por fortuita inspiración, ya
que su elaboración requiere de un arduo trabajo de estructuración
técnica y simbólica.
La ficción propia de los cuentos es
fácilmente entendida por los niños ya que
se toman necesariamente elementos de la realidad externa para poder
estructurar la narración. Así mismo se estimula la fantasía, la
creatividad y la imaginación de los
niños
Podemos hallar infinidad de cuentos
sin embargo ¿Qué tipo de cuentos son los
más adecuados para el trabajo analítico? Antes de dar respuesta es importante
conocer que hay tres tipos de cuentos: los cuentos didácticos que pretenden
enseñar cosas necesarias para “algo” sin importar mucho el significado Cuentos
populares, los cuales se caracterizan principalmente por ser relatos de
trasmisión oral. Y los cuentos
literarios, que no pretenden instruir,
sino que ofrece al niño ideas de como ordenar su mundo interno, por lo que el uso del
cuento literario en el espacio analítico
brinda la oportunidad de comprenderse a sí mismo en el universo complejo que lo
rodea. Los cuentos que nos interesan son los cuentos literarios.
En la diversidad de cuentos literarios encontraremos narraciones que
plantean una escritura general, es decir aquellos relatos donde los personajes
no cuentan con una identidad definida, los lugares donde se desarrolla la trama
no tienen una descripción detallada y los diálogos son simples. Lo que permite
al lector o al oyente conectarse con algún elemento específico de la narración, que posiblemente –en
ocasiones solo se repiten palabras sin sentido-- lo dirija a re escenificar algún aspecto de su mundo interno.—un ejemplo es el cuento
de Kasssunguilá, que comienza: “Kassunguilá
vivía bajo el amparo de una gran
sombrilla”. En esta pequeña frase podemos apreciar como
la palabra que refiere al personaje principal de la trama, es a sexual, no hay
espacio definido, lo que permite hacer al
lector hacer diversas asociaciones e inferencias sobre la situación de este
personaje. Sin embargo aunque la frase es corta, brinda elementos simbólicos:
“vivir debajo del amparo de una gran sombrilla” siendo la sombrilla un artículo
usado como protección--
También encontramos textos que son en detalle descriptivos,
permite construir imágenes claras sobre lo que se narra, no obstante nos encamina a establecer
reproducciones mentales estereotipadas poco flexibles. –“Había
una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la
muchachita la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita
Roja”. En este fragmento podemos
observar cómo se nos presentan,
elementos estereotipados que
describe la imagen del personaje
(niña, bonita, y que lleva a todos lados su capa de color rojo) además de
generarnos la representación mental poco flexible, solo es caperucita roja en
tanto use la prenda correcta del color
que se nos indica, inclusive esta representación es aplicada dentro de nuestra
vida diaria – cuando vemos a alguna mujer con capa roja, se suele pensar en el
personaje de este cuento.
El tipo de cuento o la estructura que este tenga, no son los únicos
elementos que hacen que una narración nos parezca: agradable o
desagradable, terrorífica o
reconfortante, interesante o
irrelevante. Pues en cada lectura estará presente nuestro “Horizonte de
Expectativas” que tiene que ver con: el contexto en que se lee, experiencia de lectura, acervo cultural, la situación emocional y las condiciones
de vida actual que cada persona tiene. Tener un horizonte de expectativas
limitado, nos lleva a tener un percibir un mundo con la misma cualidad. Por eso
un mismo cuento puede percibirse de diversas formas en cada ocasión que se lea.
Comúnmente
se piensa que los niños carecen de
preocupaciones sin embargo, en la infancia
no todo es miel sobre hojuelas, pues el
mundo interno de los niños está poblado de contenidos terroríficos y temen que
los propios sentimientos, miedos, emociones, instintos, etc., no puedan ser
contenidos. El cuento literario funge como un medio estructuraste del
psiquismo infantil, ya que las narraciones fantásticas ayudan a los niños a procesar los impulsos propios de la edad así como las
circunstancias de vida en las que se encuentran.
Los
cuentos literarios ofrecen la posibilidad de que el niño reconozca la gama de
deseos sexuales infantiles –correspondiente a cada etapa de desarrollo
psicosexual, oral, anal, fálico, latencia -- ya que es posible encontrar en los cuentos
temáticos como:
Separación,
voracidad, control omnipotente, tolerancia a la frustración, Rivalidad
edípica, agresión, celos, culpa, miedos,
enojo, rivalidad fraterna, grandiosidad.
·
Explicare un poco en relación al lenguaje
técnico. Para entender que son deseos sexuales infantiles, hay que centrar nuestra atención a las etapas
de desarrollo libidinal: oral, anal, fálico, latencia, genital. Para Freud, hay
que superar una etapa para poder pasar a la siguiente, sino se resuelve
determinada etapa satisfactoriamente, en un futuro se regresiona y queda un
punto de fijación y el comportamiento futuro tendrá que ver con la etapa en
fijación. Sin embargo, actualmente se sabe que no hay continuidad evolutiva en
el desarrollo psíquico, y los conceptos de fijación y regresión no se usan más,
hoy día hablamos de conflictos
Deseos sexuales infantiles en relación a las
etapas
Etapa oral: separación, rivalidad fraterna,
fuente nutricia/amor.
Agresión:
voracidad.
Etapa
anal: coleccionar, despilfarro, orden, despilfarro, poder, intolerancia ante la
incapacidad de no controlar
Agresión: ensuciar, hacer caca al
otro
Etapa
fálica: triada edípica, celos, lucha con
el padre por la madre, culpa por destruir o superar al padre, curiosidad sexual
(constantes preguntas).
Al hacer una lectura de lo expuesto
por Bruno Bettlheim en su libro
“Psicoanálisis de los cuentos hadas” y
la publicación de Antonio Ferro “La técnica en el psicoanálisis infantil”
podemos apreciar los beneficios --y citare algunos -- que el cuento ofrece a la vida anímica del
infante.
·
Los
cuentos al ser escritos fantásticos no representan gran amenaza al sistema
psíquico, por lo que se mandan mensajes al inconsciente, preconsciente y
consciente. Resulta más fácil procesar que es el lobo feroz quien quiere
comencé a caperucita roja, que entender que es el niño quien quiere devorar a
la madre.
·
Cuando un impulso inconsciente choca con la
censura del preconsciente, se generan conflictos en el mundo interno de los
niños que por su edad, no pueden entender lo que les sucede en su entorno que puede
ser agobiante. Los cuentos son una buena opción ya que los cuentos hablan de los fuertes impulsos
internos de un modo que el niño pude comprender inconscientemente.
Por ejemplo en el cuento
del “Patito feo” se expresa la rivalidad fraterna ante la llegada de un
hermanito. “…Al poco, el huevo comenzó a romperse y de él salió un sonriente pato,
más grande que sus hermanos, pero ¡oh, sorpresa!, muchísimo más feo y
desgarbado que los otros seis...”
seis patos recién nacidos, esta situación ya de entrada puede sonar
alarmante, por lo complicado que resulta el compartir la leche-amor de mamá
entre los seis hermanos y finalmente a
quien se dirigen los impulsos agresivos es al hermano que nace al final.
·
Ofrece ejemplos de soluciones, temporales y
permanentes. Si el niño tiene la
posibilidad de mirar que aquellas cosas que lo agobian le ha sucedido a alguien más, y que es posible salir bien
librado, en la lectura del cuento puede en encontrar entre líneas sus propias
soluciones.
·
Los
niños a través del cuento pueden ver representados sus propios miedos más
terribles. Cuando las imágenes propias son proyectadas en elementos
externos pueden llegar a ser fácilmente enfrentadas y reconocidas lo que
promoverá mayor integración en la estructura del niño
·
Viabiliza la estructuración de su mundo
psíquico de los niños ya que a través de la historia que les presenta puede
ubicar sentimientos, comportamientos,
experiencias de vida.
·
El cuento de hadas le ayuda a comprenderse y
alienta el desarrollo de su personalidad.
Los cuentos clásicos (Blanca Nieves,
Cenicienta, Caperucita Roja, etc.), se
mueven a partir de estereotipos sociales,
y promueven que el niño genere respuestas adaptativas ante determinadas
situaciones, por ejemplo: que el niño diga siempre la verdad, por temor a que le crezca la nariz – como le sucede a pinocho— lo anterior sin la
intención de descalificar ese tipo de cuentos.
Monique Zepeda (pedagoga, psicoanalista
lacaniana y cuentista) recomienda no usar los cuentos clásicos para el trabajo
analítico infantil, en su lugar promueve el uso de cuentos con una estructura poco
descriptiva donde el texto y la imagen dirija a la simbolización.
Finalmente, el cuento adquiere importancia y el valor, en tanto es elegido
por el niño dentro del espacio terapéutico, ya que el cuento tiene el mismo
valor que cualquier otro elemento (juguetes). Además, el manejo del cuento
deberá estar apegado a la técnica terapéutica que se use.
“Un
buen cuento alcanza a ser comprendido por todos. Se lo puede contar una y otra
vez. Porque renace cada vez que se lo vuelve a contar o que se lo relee, tanto
en voz alta como para uno mismo.”
Jostein Gaarder
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